De camino al amanecer

Imagen tomada de Pixabay

Era como si la niebla baja, densa y opaca borrara el camino, se aferrara a los pies y no los dejara moverse.

Estaban parados en la mitad del pasaje sembrado de hojas secas, troncos caídos y marañas de raíces como cordones umbilicales. Ella miraba triste la blancura lechosa al otro lado del espeso túnel de pinos por donde debía marcharse. Seguramente esa grisura borraría  cualquier  trazo, línea o rasgo que la proximidad del alba intentara dibujar o acoger.

Él tiro una piedra como queriendo rasgar ese velo.

Miró arriba. Se imaginó que por entre ese dosel de árboles veía a rachas la estela de una estrella fugaz que rayaba los vestigios de noche que aún les quedaba por pasar juntos. Pensó en lo inútil que resultaría pedir un deseo. Cerró los ojos: por entre la barahúnda de silbos canoros de muchos pájaros logró distinguir el tímido tucu tucu de un soledad, los inciertos tanteos de un carpintero contra un junco lejano y, finalmente, el pesado ulular del viento sobre las hojas cargadas de rocío.

Ella decidió echar a andar primero, pero a los dos pasos se orilló. Puso la mano en los sarmientos de un tronco. El matiz ajado y rugoso de esa otra piel le recordó la de él. Intentó sonreír. Se volteó para que él le viera ese remedo de felicidad. Él dio los dos pasos que lo volvían a poner a la misma distancia que ella de la salida del túnel boscoso. Nuevamente tiro una piedra. La vieron caer más allá de la salida.

–¡Está amaneciendo! –dijo ella alarmada, como advirtiéndole.

La lluvia disolvía poco a poco la bruma. Y la luz del amanecer se fue metiendo por entre las grietas del dosel proyectando un juego de sombras sobre el tapete de hojarasca.  

Esa poca luz les alcanzó para ver el camino flanqueado de pequeños retoños y flores como mariposas: violetas, prímulas, hortensias, margaritas. Él se agachó y recogió dos de cada una hasta formar un ramillete de novia. Cuando se levantó para entregárselo, ella ya no estaba.

Era mejor así. Quería evitarle la pena de verla desaparecer de nuevo.

Un comentario sobre "De camino al amanecer"

Deja un comentario